No hay entre estas letras el más mínimo acto de ocultación, o al menos no de forma deliberada y conciente. Sólo verdades, aunque a medias, entre tú y yo. Entre la idea que puedo hoy en día formar sobre tu esencia, y los juicios que subyacen como dormidos la mayor parte del tiempo en lo profundo de mis pensamientos con respecto a tu existencia en el mundo circundante, si tal espacio existe verdaderamente aún en mi mente.
Hay, humanidad, entre tu y yo una parcela vacía que no logro llenar, un campo dícese él mismo común entre nosotros. Que trasciende lo puramente biológico, estético, social y hasta conductual.
Y prefiérase decir que la sensación de mi falta de relación para con tu abstracta existencia es una problemática sencilla de asuntos psicopatológicas, o de un supuesto talento para con la expresión escrita del lenguaje castellano que utilizo desde mi nacimiento como nutrida lengua madre, pero déjame aclararte de antemano dos simples cuestiones en las cuales no penetraré en demasía entre estos párrafos. Primero, y aunque no muy segura aún, creo que no he perdido mi fundamental juicio en todos estos años, al menos no en su totalidad, al menos no la mayoría de mi tiempo respirante. Además, creo que no hay instante más lúcido entre mis soles y lunas que cuando me aboco al llamado arte de escribir. Por segundo, con respecto a esa cualidad que como ermitaña se deja ver sólo irregularmente para ser practicada y cosechar luego el regocijo que sus frutos entrega, no es más que una herramienta, una pieza más que me permite expresar la maquinaria infernal que parece ser la principal hacedora de nuestra distancia. Irónico en verdad, y hasta paradójico confesaré, ya que siempre pensé que era el arte el que volvía aún más humano a aquel que lo practicase, pero con la presencia de cada nueva coma y/ o punto en mis escritos, la faceta amarga que acarrea la practica de una de las variantes de esta producción, no me enseña más que el distanciamiento. La lejanía que se dilata entre tú y yo, entre nosotros dos. Convirtiéndote a ti en algo más que idealizado, misterioso y jamás alcanzable. Y a mi persona en una suerte de híbrido que se compone de momentos tuyos que compartes conmigo, y otros por demás extraños que en ninguna categoría, familia o bajo ningún marbete por mí conocido puede descansar.
Hay entre tú y yo, mi ansiada humanidad, un gigante abismo que nos separa, nos diferencia, empero reclama a ambos por igual. Porque estoy casi por entero segura de que a veces tu existencia me anhela y reclama. Puedo ver como me observas entre las sombras, y algunas veces a plena luz del día, incitando, reclamando y hasta maldiciendo, sabiendo inclusive que día a día, dolor a dolor y pensamiento a pensamiento, nos iríamos separando cual trozos de un mismo espejo que enfrentados posteriormente no reflejarían más en conjunto, sino un eterno adversario.
Entre tú y yo mi casi indiferente humanidad. Entre tú y yo hay un espacio hoy en día infranqueable por mi persona, lejos de lograrse inclusive a través de mis más sudorosos intentos. Y te confieso, en el calor y la sinceridad de estas letras que hoy nos evocan, no dejaré de aceptar tu partida y confrontar tu duelo, porque creo que en esa posición misma de combate hay algo de los dos presente, algo que ensancha aún más el campo que nos separa, pero que desde la falta misma de nuestro encuentro nos nombra. Y así, mi estimada idealización cada vez más lejana, nos encontramos.
martes, 10 de agosto de 2010
~
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario